viernes, 5 de enero de 2018

Pidiendo ayuda divina ante la catástrofe: la importancia de la religiosidad popular en la Edad Moderna

¿Qué hacer cuando se desata una catástrofe? Esta complicada pregunta se la lleva haciendo la Humanidad desde tiempos inmemoriales. En la entrada anterior hablábamos del clima y de cómo la sociedad moderna tuvo que lidiar frente a unos fenómenos frecuentemente extremos. Efectivamente, la religiosidad popular, recurso más inmediato ante el peligro o la catástrofe, tuvo un importante papel en el momento: uno de los primeros recursos era pedir la ayuda divina.

En ocasiones, la catástrofe meteorológica era seguida de epidemias y plagas. El aumento de las precipitaciones, seguido de veranos calurosos creaba un ambiente perfecto para que el mosquito transmisor del paludismo se reprodujera (por tanto, la epidemia estaba asegurada).

Un buen ejemplo de la religiosidad popular es el uso de las rogativas en el Levante peninsular. Mediante estas, la sociedad pedía la intercesión de un santo, trasladando una imagen suya que consideraban milagrosa. Antes de que las aguas rebasaran el cauce fluvial, en primer lugar, realizaban ruegos, oraciones y procesiones. Todo esto era llevado a cabo desde el momento en que veían aproximarse una fuerte tormenta. A no ser que el tiempo se anticipase, realizaban unos conjuros para intentar parar los “malos temporales”.

Además de rogativas, conjuros o exorcismos, tocar las campanas a tentenublo o toque de nube también podía ser usado para ahuyentar el granizo y el aparato eléctrico de las tormentas.


Las rogativas eran unas ceremonias religiosas utilizadas con diversos propósitos:
  • Pedir que cese una epidemia de paludismo (llamado en las fuentes de la época “fiebres tercianas”) o una plaga, como las de langosta.
  • Pedir que llueva en momentos de intensa sequía (rogativa ad petendam pluviam o pro pluvia).
  • Pedir que cese la lluvia (rogativa pro serenitate) en momentos en los que la inundación es prácticamente inminente.

El gasto iba en función de la gravedad del momento: cuanto peor era el panorama y más desesperada era la situación, más rogativas realizaban y de mayor complejidad (y gasto). Solía tratarse o bien de procesiones del santo o santa intercesor/a, donde lo trasladaban y lo exponían (por ejemplo, en caso de un río próximo a desbordarse, llevarían al santo a un puente, donde realizarían un ceremonial para pedirle que interceda y calme las aguas).

Referencias bibliográficas:

ALBEROLA ROMÁ, A. y BERNABÉ GIL, D. (1998-99). “Tercianas y calenturas en tierras meridionales valencianas: una aproximación a la realidad médica y social del siglo XVIII”. Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, nº 17, pp. 95-112.

GARCÍA TORRES, A. (2013). “En busca del perdón divino: los mecanismos de la religiosidad popular ante las adversidades climáticas y naturales en las tierras meridionales valencianas durante el siglo XVIII”. De la tierra al cielo. Líneas recientes de investigación en Historia Moderna. I Encuentro de jóvenes investigadores en Historia Moderna, Institución “Fernando el Católico” (CSIC), pp. 191-205.

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