viernes, 5 de enero de 2018

¿Quiénes fueron los pícaros?


Cuando a alguien le dicen que es un pícaro significa que esa persona es astuta y tiene picardía. Esta expresión comenzó a extenderse hacia 1580, en un momento en el que en Castilla había muchos vagabundos y mendigos. Los pícaros eran aquellos jóvenes al margen de la ley, fuera del entorno familiar, robando y evitando ser cazados. De aquí procede el término “novela picaresca, siendo un buen ejemplo de ella el Lazarillo de Tormes (1554). Este género literario consagró al pícaro como un personaje característico de la época.

De libros

Los pícaros se caracterizaban no por ser perversos, sino por su cinismo y su carácter amoral. En caso de robar, solían coger lo necesario para comer (aquellos que eran ladrones y matones eran los rufianes). Debido al empobrecimiento de la población española desde principios del siglo XVI, los pícaros eran cada vez más habituales. Los jóvenes salían del campo en busca de una mejor vida en las florecientes ciudades; pero, muchas veces estos tenían que recurrir a estos trapicheos para poder sobrevivir. Las puertas de los templos solían ser su lugar de avituallamiento (allí, los más profesionales engañaban fingiendo enfermedades como la lepra, llagas,…).

Los pícaros estaban en el punto de mira de la autoridad, pero, estos no tenían espíritu de protesta, sólo les importaba su suerte. Los grandes focos de atracción de la picaresca fueron Sevilla y Madrid. Además, Sevilla, como foco del tráfico con el continente americano, era el escenario perfecto para estos personajes. Aprovechando la ingenuidad de la gente hacían fortuna, gracias a la simulación y la mentira.

Muchos eran niños, y su destino no solía ser muy esperanzador: gran parte de las niñas acabarían formando parte del mundo de la prostitución; los niños acabarían en los bajos fondos, como malhechores y rufianes, en un panorama de violencia callejera. Robos y asesinatos estaban a la orden del día, cuyas penas eran inhumanas y, en tiempos de mayor convulsión, se multiplicaban.

Lo que resulta muy curioso es la organización que poseía la picaresca y la delincuencia. Se habla de cofradías de ladrones con un jefe máximo y otros menores, un depositario de robos y un arca para guardar lo robado. Además, también tenían una jerga propia para comunicarse entre ellos. Algunos ejemplos son:
  •         “Polidores”: quienes vendían lo hurtado
  •         “Arrendadores”: quienes lo compraban
  •          “Flor”: un engaño
  •          “Bueyes”: naipes
  •         “Rapar”: robar
  •          “Respecto”: podía ser o la espada o un rufián que protegía a una prostituta
  •          “Ninfa”: prostituta
  •          “Viuda”: la horca
  •          “Bornido” o “racimo”: ahorcado

Referencias bibliográficas:

Navarro, R. (2012). Pícaros, ninfas y rufianes. La vida airada en la Edad de Oro. Barcelona: Edaf.

Deleito, J. (2005). La mala vida en la España de Felipe IV. Madrid: Alianza.

Núñez, F. (2004). La vida cotidiana en la Sevilla del Siglo de Oro. Madrid: Sílex.

Pícaros: los bajos fondos en la España del Siglo de Oro. National Geographic (en línea) (consulta: 05.01.2018). Disponible en: http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/picaros-los-bajos-fondos-espana-del-siglo-oro_11291/21

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